viernes, 19 de noviembre de 2010

Víctor G.B.

La florecilla despertó una mañana envuelta en sábanas de seda. Dejó caer el rocío de su cuerpo convirtiéndolo en gotas de cristal que al chocar contra el suelo se transformaron en polvo de estrella.
Se vistió con sus rojos pétalos de franela y marcó un beso purpúreo en el cristal de la ventana.

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